En la antigua Grecia nada se sabía de virus y bacterias, pero ya reconocían que la personalidad y sus características, desempeñan un rol fundamental en los orígenes de la enfermedad.
Galeno, una figura gigantesca del mundo antiguo, ya observó la existencia de un vínculo muy estrecho entre la melancolía y el cáncer de mama. De este modo, en estos primeros enfoques médicos, encontramos tempranamente un criterio holístico en la consideración de la salud y la enfermedad.
Platón
remarcaba que la buena educación es la que tendía con fuerza a mejorar
la mente juntamente con el cuerpo. Reconocía, de alguna manera, que la
salud corporal conduce a la higiene
mental, pero, al mismo tiempo, que el buen estado mental predispone al
buen estado corporal. Así, establecía, específicamente, que el alma
"buena", por su propia excelencia, mejora al cuerpo en todo sentido.
En los tiempos actuales, desde el siglo XX,
especialmente, pero también desde mucho antes e incluso en la medicina
oriental antigua, se comienza a reconocer la necesidad de concepción
holística de la salud.
La concepción psicosomática
nos obliga a atender nuestra interioridad como causa posible de
perturbaciones del cuerpo. Esto es reconocido unánimemente por la clínica
occidental, que ve que en los consultorios un altísimo porcentaje de
consultas responde a distorsiones de la mente o de la personalidad, en
sentido amplio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario